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Al sentir el temblor de las vías y escuchar el fuerte sonido de la máquina, José Luís sabe que es la hora de abordar el tren “La Bestia”, como le llaman algunos. Cuando llega el momento de subirse al tren, tiene que correr lo más rápido posible y sujetarse con una sola mano. Tiene que hacerlo con agilidad para no perder el equilibrio y caer. Él sabe que cualquier error le podría costar alguna extremidad de su cuerpo o la vida.

José Luís está seguro que con la ayuda de Dios todo es posible. Las necesidades de su familia y el hecho de ser el mayor de nueve hermanos, lo impulsaron a seguir adelante a lograr su  sueño de llegar a EUA. No le importa que el camino esté lleno de riesgos.

“Sé que el camino es muy difícil, pero es el rifón que uno le da a la vida. Prefiero pasar por todos los peligros que uno pasa como migrante que vivir en la pobreza para siempre”, dice José Luís.

Ahora, el joven de 22 años se alberga en una casa para migrantes llamada “El Refugio”, ubicada en Guadalajara, al oeste de México, a una distancia aproximada de 2 mil km de su lugar de origen.

Mientras cuenta su historia se puede observar su nerviosismo como si no quisiera contarnos sobre todo lo que dejó atrás. José Luís nació en Honduras y en su país no encontró ninguna oportunidad que le permitiera vivir de manera digna. Él solo cursó hasta sexto de primaria y la única puerta que tenía abierta para salir adelante, era la de incorporarse a una pandilla vendiendo drogas. Así lo hicieron muchos de sus amigos. Pero José Luís no quiso aceptar ese camino, porque sabe que todos los miembros de las pandillas terminan mal y siempre hay riesgos para la familia.

Honduras, El Salvador y Guatemala pertenecen al Triángulo Norte de Centroamérica. De ahí proviene la mayoría de los migrantes en México, 70 por ciento, según datos de la Agencia para los Refugiados de las Naciones Unidas, ACNUR.

Escapar de la violencia y la falta de oportunidades

La situación económica precaria y la violencia extrema, ejecutada sobre todo por pandillas como las temidas Maras, son factores por los que las personas emigran hacia el norte. Sin embargo, no son los únicos motivos. Iliana Martínez Hernández, experta en migración y académica del ITESO,  comenta: “Los macro-proyectos de desarrollo, los desastres naturales y las distintas coyunturas por las que pasa un país, como el golpe de Estado en Honduras, son razones por las que las personas tienen que huir de su país de origen”. A ello se suma la desesperación y el hecho de que muchos migrantes ya tienen familiares en México o EUA y quieren reunificarse con ellos.

José Luís no tiene a nadie en EUA, pero quiere ser a toda costa el primero de sus hermanos en lograr llegar allá –  y así mejorar la calidad de vida de  su familia. “Dios me acompaña en mi viaje y con su ayuda podré llegar al otro lado” dice José Luís.

17 días le ha tomado a José Luís llegar desde Honduras hasta Guadalajara. Optó por la ruta más larga en el oeste de México, porque se dice que es la más segura. Aquí hay menos traficantes de drogas y de personas esperando a los migrantes para explotarlos. José Luís solo quería quedarse unas horas para descansar un poco en «El Refugio», antes de seguir su camino montado sobre “La Bestia”.

"El refugio" es una de las pocas casas de migrantes que ofrece ayuda psicológica.

La casa del migrante “El Refugio” está vinculada a una parroquia, le da acogida a aquellos migrantes centroamericanos que necesitan descansar y alimentarse hasta por tres días. En este lugar también pueden bañarse y  recibir ropa limpia. Además se ofrece ayuda psicológica y jurídica a quien lo solicite. En México, un poco más de 60 casas de migrantes reciben fondos de distintas instituciones religiosas o humanitarias. Estas casas se financian en gran parte gracias a donaciones. Muchos de los empleados son trabajadores voluntarios. «El Estado Mexicano ofrece muy poca ayuda», reclama la experta Iliana Martínez Hernández.

Las rutas principales de los migrantes

José Luís no tiene muchas cosas que cargar durante su viaje, sólo lleva unos zapatos gastados y un cambio extra de ropa. Así no le pueden robar mucho. No cuenta con celular, dinero u objetos personales como fotos de su familia. «Las personas que son importantes para mi, las llevo siempre en mis recuerdos», dice José Luís. Además tiene su fe en Dios.

Vencer a La Bestia para alcanzar nuestros sueños

Una de las peores experiencias de José Luís fue cuando vio a una mujer embarazada caerse de «La Bestia». Aunque la mujer se aferró al vagón con todas sus fuerzas, la velocidad del tren la venció. Cuando cayó, las pesadas ruedas de metal pasaron por encima de sus piernas, cortándoselas de tajo.

José Luís dice que nadie fue capaz de bajar para auxiliarla. Días después leyó en un periódico que la mujer había muerto. “Ella y su hijo perdieron la vida solo porque querían una mejor vida”. José Luís recuerda ver el accidente en sus pesadillas y pasar el resto de la noche en vela.

José Luís ya había logrado entrar a EUA en otra oportunidad, pero en Los Ángeles fue arrestado y detenido por tres meses, hasta que lo deportaron a Honduras. Las cifras de deportaciones de EUA en el 2017 reportan poco menos de 160 mil migrantes repatriados. Después de los mexicanos y guatemaltecos, los hondureños son el tercer grupo más grande de los deportados.

México, la tierra de lo incierto

Pero el mayor miedo de los migrantes no es ser detenidos en EUA, sino en México. Ellos saben que si los agarran dentro de la República Mexicana, les espera un destino aún peor, como violaciones a sus derechos humanos, injusticias y extorsiones. “Los mexicanos nos quejamos de cómo tratan los norteamericanos a los migrantes nacionales, pero jamás volteamos hacia el sur”, comenta Víctor Manuel Mejía, Maestro en Psicología Social.

Dos semanas después de que el avión repleto de migrantes llevara a José Luís de EUA a Honduras, decidió que nada lo detendría, e inició de nuevo su camino. Él todavía espera que “La Bestia” lo lleve a un nueva vida, en donde no pase hambre, no tenga miedo y sus hermanos tengan las oportunidades que él no pudo tener en su país. “Intentaré llegar a mi destino las veces que sean necesarias”. Para José Luís no existe un plan B.